Esta es la historia de mi mejor amigo, más que amigo un hermano, ambos nacidos en el año 1948, él con seis meses mayor, nuestras casas estaban de frente y desde esa época sólo nos apartamos en la vida universitaria, luego de aquello tuvimos negocios similares siempre ayudándonos, fue tal la empatía que nos hicimos socios en ciertos negocios, cuantas anécdotas juntos.
Así nació nuestra pasión por la pesca y como buenos socios compramos nuestro primer bote y luego un pequeño yate, su nombre "Compadres".
Fue mi primer compadre de mi hija mayor, luego vinieron los paseos juntos en familia y las pescas en alta mar, era tal nuestra afición que todas las semanas nos íbamos a pescar a la isla de la plata, un lugar donde la pesca era abundante y selectiva, fueron muchos años de diversión, amistad y hermandad, hasta que vino un fatídico 2 de diciembre 2020 donde el COVID19 se lo llevó y lo perdí, pero en mi quedaron los mejores recuerdos, actualmente he vuelto a pescar en el mar pero sin salir mucho de la costa con un grupo de amigos, siempre recordándolo. Imposible olvidarlo.
Un par de veces nos quedamos dañados, se imaginaba el miedo de estrellarnos con las rocas, todos los años disfrutábamos de la época de las ballenas, era fabuloso ver ballenas por doquier o enjambre de delfines navegando a nuestro lado, tuve el inmenso placer en uno de estos viajes llevar a mi nieta mayor Odette a una aventura, sus experiencias las contará ella. Una vez nos fueron a rescatar de alta mar porque el bote se nos dañó , Otra vez en un viaje familiar nos viramos frente a San Lorenzo , pensé que era el final pero yerbamala nunca muere.
Siguiendo con las anécdotas y vivencias de la pesca les comento, normalmente junto a mi eterno compadre Vicente y el piloto salíamos los días sábado tipo 2 pm, llegábamos por las 4 pm y lo primero que hacíamos era tirar las cañas hasta que comenzara a oscurecer, luego buscábamos lugares conocidos para seguir con el otro tipo de pesca, al fondo con anzuelos, que cosa más hermosa cuando el pescado comienza a picar y nosotros a trepar los pescados, bien esa era nuestra rutina, uno de esos tantos sábados nos tocó ir con mi yerno Daniel Rivero esposo de mi segunda hija Sumaya, él es un médico puertorriqueño amante de la pesca, junto a él nos tocó ver un espectáculo increíble, único, al rededor de las 11 pm vimos la caída de un meteorito qué pasó tan cerca que nos iluminó y calentó el área por un momento, todos esperando la caída en el mar pero no fue así, al otro día llegando al muelle nos preguntó el marino si habíamos visto el meteorito y le dijimos lógicamente que si, nos dijo que había caído en San Lorenzo y que había dejado un inmenso cráter. Sin duda una experiencia para recordar con mi eterno compadre.
Las verdaderas amistades duran para toda la vida y las mantenemos vivas recordandolas.
Increíble pasión de una verdadera amistad el siempre lo acompaña por el resto de su
vida 😘